lunes, 26 de febrero de 2018

Crítica de "Yo, Tonya"

-Una de las apuestas más osadas y refrescantes del 2017. Un inesperado triunfo.

-La interpretación de Margot Robbie cumple todos los requisitos para el Oscar, y además es magnífica.

Las carreras del director Craig Gillespie y el guionista Steven Rogers no me habían llamado apenas la atención hasta ahora. Pero este año se han sacado de la manga esta especie de furibundo biopic en el que se mezclan todo tipo de géneros y películas, desde la comedia criminal de los Coen y el melodrama familiar hasta una suerte de radiografía de dos américas. Juntos han conseguido una película tan chiflada y scorsesiana en el exterior como arriesgada e inaudita en el interior. Una comedia negra en la que cada golpe nos divierte y cada risa nos golpea, creando un hematoma de dolorosas reflexiones inteligentes pero no especialmente sutiles. La sutileza está para romperla a martillazos en la tragedia americana más graciosa del año.

Tengan claro que las normas del biopic al uso no se aplican aquí. Como película biográfica tan solo sería interesante por su increíble trama y la energía incendiaria con la que se hace avanzar. Sin embargo fascina por su forma de criticar sin concesiones la realidad de Harding, caricaturizando los elementos para lograr nuestra trivial carcajada sobre sucesos graves, una respuesta que activa asimismo un atrevido mecanismo de reflexión moral que da cabida a temas sobre la percepción, los medios de comunicación, la distancia de la empatía, la artificialidad del ideal y la maleabilidad de lo verídico; y que de paso nos demuestra el proceso sensacionalista, manipulador y maltratador del corrompido sueño americano. La amalgama de reconstrucción auténtica y exageración satírica de los hechos funciona perfectamente como sustituta de ese sobreutilizado eslogan de “a veces la realidad supera a la ficción”, que casi nunca tiene tanto sentido como en esta ocasión. Gillespie y Rogers, que emplean la caricatura y la contradicción de forma brillante y nada usual, libran a su película de ser lo mismo a lo que crítica no solo insultando al espectador por convertir a Harding en un chiste, sino logrando a través de la impecable interpretación de Margot Robbie que se pueda empatizar con la patinadora, especialmente en dos amargas aunque esclarecedoras escenas del tramo final.

Resulta fundamental que el filme de Gillespie sea igual de embustero, contradictorio, inclasificable y triste que el personaje de Tonya Harding. Está editado con sentido del ritmo, su guion es muy agudo, tiene la potente interpretación de Robbie y a una insuperable Allison Janney que en diez minutos se hace con la función; incluso resulta indiferente el mediocre trabajo digital que canta en las escenas de patinaje. Finalmente puede que Yo, Tonya no sea un triple Axel, pero sí un admirable Lutz, con movimientos fluidos, un planteamiento creativo, una transición rápida y un perfecto aterrizaje.


Alejandro Arranz

1 comentario :

  1. Os debo asumir que descarté esta cinta por el título. Después de ver tantas críticas brillantes, tengo claro que voy a buscarla...

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