sábado, 13 de enero de 2018

Crítica de "Three Billboards Outside Ebbing, Missouri"

-Una gran película, me suena auténtica incluso en los momentos más excéntricos.

-Frances McDormand es una fuerza de la naturaleza. Por favor, un Oscar para Sam Rockwell.

Los hermanos McDonagh son dos de los mejores nuevos directores que ha dado la última década. El pequeño, John Michael, ha convertido su colaboración con Brendan Gleeson en algo semejante a lo que tenían Wayne y Ford cuando rodaban westerns juntos. Sin embargo en 2016 vimos como daba un paso en falso con su tercera película, War on Everyone, en la que no participaba Brendan Gleeson. Algunos probablemente lo achacaron a que era la primera película americana del cineasta, algo difícil de asegurar. Este año le toca el turno a su hermano mayor, Martin, un dramaturgo que a finales de la década pasada pausó su carrera teatral para probar suerte en el cine. Ahora mismo tiene en su haber dos obras de culto: la extraordinaria e infravalorada Escondidos en Brujas y la no menos fabulosa Siete Psicópatas. Desgraciadamente muchos aún le siguen viendo como un remedo de Tarantino y el cine de los hermanos Coen. Nada más lejos de la verdad, pues aunque en sus películas cabe la referencia e incluso la resonancia, Martin McDonagh es un autor personal con todas las letras. Ante la duda, vean su nueva película.

Es una tragicomedia descomunal y demoledora, que parte de un sencillo macguffin, un básico escenario de género y unos personajes arquetípicos para darle al conjunto -y a sus elementos individuales- un maravilloso sinfín de vueltas de tuerca. McDonagh mezcla géneros y tonos con maestría y precisión arrolladoras, elaborando la zigzagueante narración de la película más madura y compleja de su impecable carrera. Cada ingenioso chiste hace sangrar al espectador, es una risa incómoda, ambigua y que aparece en los momentos más inesperados. Pero lo más importante es la intimidad que les permite expresar a sus personajes, atentamente desarrollados hasta desdoblar al máximo cualquier estereotipo sureño. Los actores hacen un trabajo excelente, en especial los que interpretan a esos dos personajes unidos por la ira pero semejantes por cosas bien distintas. Rockwell da lo que se espera de él y luego da el doble, McDormand realiza una interpretación que no necesita adjetivos; demanda una patada en los huevos para quien no la vote para el Oscar. Ella, junto a Woody Harrelson, protagoniza una de las mejores escena del filme, en una sala de interrogatorios. En escenas como esa McDonagh se aleja del cine de cualquier otro autor, se revela como un cineasta propio y nos hace darnos cuenta de que incluso sus mejores florituras están al servicio de la historia que nos cuenta.

Puede que ahí resida la grandeza de esta película del angloirlandés. Va más allá de diálogos ingeniosos y trucos de guionista avezado para profundizar con cortante honestidad, expectorante negrura y poética ternura en unos personajes rotos por las circunstancias, y no se queda en la radiografía de la América profunda o en el esquema de película de género. McDonagh no solo es un tipo listo, es rematadamente culto (aunque a veces lo demuestra en exceso), por eso Three Billboards Outside Ebbing, Missouri (gracias por este título) es una película repleta de capas y simbolismos. Entre su fantasmagórico inicio y su brillante escena final se encuentra la mejor película americana del año escrita y realizada por un irlandés lechoso. Además hay negros, pelirrojos, enanos, dentistas gordos y una señora con un ojo bizco y no tienen nada que ver con la corrección política.


Alejandro Arranz

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