domingo, 26 de noviembre de 2017

Crítica de "Asesinato en el Orient Express" (2017)

-Remake innecesario. Con adornos pueriles, decisiones fallidas e interpretaciones insípidas.

-No hay nada en la propuesta que invite a subirse a bordo si ya se conoce la historia.

No sé ustedes, pero un servidor echa mucho de menos al Kenneth Branagh previo a los proyectos de encargo, a aquel extraordinario adaptador de Shakespeare. En cuanto tuve noticias de su nueva propuesta, un remake de la fallida pero interesante adaptación que Sidney Lumet hizo de la novela homónima de Agatha Christie, ya dilucidé que sería otra película anodina del cineasta. Una conclusión para la que no se hacía necesario ser el mismísimo Poirot. No obstante, para calmar mi conciencia por el cinismo de mis prejuicios, he decidido viajar en el expreso de Branagh. Una excursión con guion de Michael Green (Blade Runner 2049) y en la que Branagh también se coloca delante de las cámaras para encarnar al propio Poirot, que gana mucho protagonismo en esta versión, abandonandose el aspecto coral de la historia. El reparto lo completan -entre otros-: Willem Dafoe, Judi Dench, Johnny Depp, Michelle Pfeiffer, Derek Jacobi, Daisy Ridley, Josh Gad y Penélope Cruz. Ahora toca subirse de nuevo al Orient Express. Los que sean primerizos pásenlo bien, los experimentados disfruten del leve traqueteo de las vías y que les ayude a conciliar el sueño, el tren -lamentablemente- no va a descarrilar.

Todo comienza con una introducción destinada a presentarnos al detective Poirot, su necesidad de equilibrio y sus opiniones morales. Branagh está extrañamente carismático en el papel, y aunque presenta algunos rasgos característicos del personaje, es difícil reconocer al detective de Christie; aquí histriónico y tediosamente nostálgico. Un poco como el Branagh director, que desde un principio deja claras sus intenciones de centrarse más en el personaje y su evolución (lógico siendo la primera de una serie de películas sobre Poirot) así como en el conflicto moral del desenlace, que Lumet desaprovechó. El problema principal es que a esa evolución se le ven las costuras incluso si no sabes nada de la historia. No obstante, aún queda el otro elemento de interés, el asesinato. Una vez en el tren, tras la torpe presentación de los pasajeros, comienza un viaje que invita al tedio a cualquiera que sepa como se desarrollan los acontecimientos; pues Branagh rechaza cualquier cambio atractivo mientras se topa con los mismos obstáculos que Lumet e incluso los acentúa. Me refiero a la falta de tensión y a las actuaciones sin carisma, problemas a los que ahora se suman un par de escenas de acción metidas con calzador, los subrayados, la caricatura de los personajes y el empleo del CGI para la creación de sus impresionantes paisajes exteriores, en 65m.

Se deduce que Branagh, demasiado nostálgico para salirse del esquema marcado, prefiere que su versión destaque por sus exteriores montañosos con nubes anaranjadas, los constantes travellings y esos impecables planos cenitales. Un aburrido contraste frente a aquella encerrona de Lumet, en la que los exteriores nevados apenas se apreciaban a través de las ventanas, dejando que lo interesante ocurriera en el interior. La comparación desastrosa proviene del elenco de estrellas. En la de Lumet había falta de carisma individual (con excepciones) en pos de una excelente coralidad, aquí simplemente hay un fracaso total. Michelle Pfeifer es la única que destaca, gracias a una escena en el tercio final, mientras el resto se debate entre la caricatura (Depp), la insustancialidad (Dafoe) y el esperpento (Cruz). En la conclusión Branagh amenaza con triunfar, reduciendo el impacto del descubrimiento (que deja mucho que desear) para intensificar el modo en que afecta a Poirot. Sin embargo donde a Lumet le faltó a Branagh le sobra, y cae en la teatralidad y el exceso cuando la delicadeza, que no la escasez, hubiera ido mejor. El recorrido final de Poirot a través del Orient Express, filmado en una larga toma con steadicam (la más larga de la historia en 65mm), llega más hondo que toda la verborrea previa.

Después de 40 años desde que Lumet adaptara la magnífica novela de Christie, Branagh presenta su versión. Una película que gustará a cualquier desconocedor de las historias de Poirot, pero que no tiene nada que ofrecer a los que ya conozcan la última parada del viaje. Al cineasta le queda la ventaja de haber logrado un desenlace más acertado que el de Lumet. Un logro a tener en cuenta, pero es que algunos simplemente nos dedicamos a esperar a que Branagh lleve Macbeth al cine.


Alejandro Arranz

2 comentarios :

  1. Esta ha sido mi candidata a película del fin de semana, aunque al final, he optado por "El Autor" ... veo que no me he equivocado y que mis miedos (con la Cruz y el sobrevalorado Depp) son más que justificados.

    HemosVisto!

    ResponderEliminar
  2. Pues yo, casi que veo todo como tú lo cuentas, jeje

    ResponderEliminar