domingo, 16 de octubre de 2016

Crítica de “Inferno”

-Un blockbuster tan inepto como insoportable. Mal escrito, dirigido e interpretado; y encima grotescamente aburrido.

-Un filme sólo para fans muy incondicionales de los cómicos textos de Dan Brown. El resto se dará cuenta, ésto es igual de tonto pero mucho más chapucero.

Nada ha impedido que los libros de Dan Brown, protagonizados por el -ya famoso- personaje de Robert Langdon, fueran un éxito tras otro. Ni siquiera el hecho de que casi todo lo que escribe este señor sean incoherencias cogidas con pinzas y batiburrillos teológicos con poca densidad y menos credibilidad. Al menos el novelista es capaz de hacer atractivos a los personajes, formular una narración cuanto menos interesante, vincular con ingenio los recursos históricos y enganchar al público. Las adaptaciones cinematográficas también aceptan una definición similar. Tanto El código Da Vinci como Ángeles y demonios eran thrillers tremendamente absurdos, pero aprovechaban su frenético ritmo, sus potentes repartos y su categoría de intrigas tontas y sin pretensiones que buscan entretener. Ron Howard se encargó de las dos primeras y ahora regresa para adaptar una más. La tercera entrega adapta la trama del cuarto libro, posponiendo los acontecimientos de El símbolo perdido para una cuarta película que no parece interesarle demasiado al director. En palabras de Howard, este cambio fue para darle a Hanks una gran oportunidad interpretativa derivada de la amnesia que sufre su personaje, que habitualmente “lo ve todo y lo sabe todo”. Otro motivo era que no quería hacer lo mismo por tercera vez. Pues bien, David Koepp repite como guionista tras entrar en Ángeles y demonios con la salida de Akiva Goldsman (A Beautiful Mind), también repite Hans Zimmer por tercera vez y Tom Hanks vuelve a meterse en la piel del profesor Robert Langdon. El reparto lo completan: Felicity Jones, Ben Foster, Irrfan Khan, Omar Sy y Sidse Babett Knudsen. Veamos ahora como ha respondido la saga a este cambio de planteamiento.

Inferno es una película horrible. Una de las peores cosas que he visto este año en una sala de cine. Es sin duda alguna la peor de las tres: repelente, insustancial, absurda, caótica, torpe, ingenua, previsible y tediosa. Pero además es probablemente la peor película del director. Tras una persecución inicial muy competente, la película se pierde y no vuelve a encontrar el rumbo. Howard emplea todos sus recursos obvios y salta de su habitual academicismo al desastre estridente. La cabeza me empieza a doler a los quince minutos y el director lo puebla todo con persecuciones mal rodadas, flashbacks cargantes y situaciones bochornosas, paralelamente a un guion de Koepp repleto de diálogos irrisorios, personajes planos e incoherentes, subtramas metidas con calzador, artificiosos giros de guion y forzadas referencias a la Divina comedia. La mezcla de esquemática y simplona linealidad narrativa y que el producto sea enteramente previsible desde la segunda escena es un golpe que ya es difícil de superar para una película de este tipo. Muchos de los problemas vienen de la poca capacidad de Howard para esconder sus cartas, eliminando la sutileza de todos los diálogos y las escenas, permitiendo que incluso el elemento más trivial cuente su función en el momento de aparecer. Pero el director no sólo es incapaz de dirigir a sus actores, de estructurar una interesante narración visual o lograr un estilo propio; además fracasa en los aspectos más básicos del planteamiento y rodaje de escenas. Para dar el golpe de gracia a la propuesta, el reparto funciona realmente mal. Ninguno de los actores me resulta creíble, y Hanks ha pasado de ser el elemento fundamental para el éxito de la película, a un pelele con migrañas que anda más perdido que otra cosa y que tiene nulo protagonismo. Por lo tanto estamos delante de una pantalla de cine durante dos horas sabiendo todo lo que ocurrirá, el modo y el momento en el que lo hará. El ritmo nos aburre y el apartado visual no funciona ni por un momento, los actores ni siquiera parecen querer estar ahí más que nosotros, cada diálogo nos ofende más a la inteligencia y todo parece más forzado y falsamente abrumador cada minuto que pasa.

La tercera adaptación de las aventuras de Robert Langdon escritas por Dan Brown es el mismo disparate pero sin las virtudes que convertían a sus predecesoras en tonterías entretenidas que ver y olvidar rápido. Es un producto en el que apenas se sostienen sus pilares más básicos. Es una película hecha con pereza y poca habilidad en todos sus apartados. Si Inferno es lo mejor que puede hacer un grupo internacional de talentosos profesionales del sector, puede que la raza humana sí merezca extinguirse.

Alejandro Arranz

2 comentarios :

  1. Soy un seguidor de la obra de Dan Brown, por supuesto la escrita, no las películas y bueno como toda novela, te tienes que quedar con lo que te transmite y no con la veracidad de la misma. Creo que en Ángeles y Demonios se cargaron el libro cambiando el desenlace del 4º preferiti y por tanto el final de la misma. El Codigo da Vinci también tiene cosas totalmente diferentes a la película pero mas o menos afines al libro, me gustó pero no me atrapó e Inferno estoy por verla porque me encantó el libro, el segundo favorito de la saga Langdon, porque por ejemplo en La conspiración no es él el protagonista. Me ha llamado mucho la atención tu crítica, porque como he dicho me lleve un desengaño con "Ángeles y Demonios" y me da miedo que se hayan cargado tanto otro buen libro...

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    1. "Inferno" es el único libro de la saga que no he leído. Creo que hay una diferencia entre ficcionar algo y que toda la narración esté construida a base de teorías y relaciones increíbles. Pero no voy a eso, creo que las novelas son intrigas entretenidas y moderadamente inteligentes. Sin embargo la película está muy mal hecha en todo, es completamente previsible y por lo que me han dicho cambia el final a peor; aunque sea eso no puedo saberlo. Simplemente es una película que no aprovecha su premisa ni un poco. Dos horas de tedio plano, visita guiada por capillas y efectos ópticos feos.

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