sábado, 1 de octubre de 2016

Crítica de “El hogar de Miss Peregrine para niños peculiares”

-Una película empecinada en mostrar su admirada rareza únicamente a través de su CGI. Carente de espíritu, sentido de la maravilla, ansía de descubrimiento o historia. Burton sigue dando palos de ciego.

-El guión es plano, confuso y aburridamente simplón. El reparto no pasa de la mera competencia. Las ocurrencias de Burton no salen del terreno visual.

Voy a ir directo al grano con esta película. Desde 2007 Tim Burton no ha hecho ni una película que realmente merezca la pena. Son 9 años de falta de ideas y películas desastrosas entre las que se salva un poco “Frankenweenie”. Esa vuelta a los orígenes (su corto homónimo de 1984) en forma de homenaje animado al cine de terror, resultó tan lineal y poco sorprendente, como entretenida. Ahora con septiembre diciendo adiós y octubre entrando por la ventana, Burton nos trae su nuevo y peculiar proyecto, basado en la novela de Ransom Riggs. Niños inadaptados con poderes, bucles temporales, monstruos invisibles, etc. Parece un marco teórico prometedor para lo nuevo de Tim Burton. El guión corre a cargo de Jane Goldman (“Kingsman”, “X-Men First Class”) y en el reparto el cineasta reúne a un grupo de actores de renombre entre los que se encuentran: Asa Butterfield, Eva Green, Samuel L. Jackson, Terence Stamp, Judi Dench y Ella Purnell. Ahora veamos qué ha hecho director de “Ed Wood” con su nuevo trabajo tras las cámaras.

La película comienza bien, su tramo inicial me mantiene interesado en ver como avanza la historia. Pronto se pone de manifiesto que Burton sigue tratando los temas pasados de su filmografía y las reminiscencias se hacen patentes. Los tintes de “Big Fish” están claros en un principio, aunque el director busca más el homenaje a la fantasía literaria y el cuento de terror. Los contrastes entre Florida y Gales o entre el orfanato y el mundo real son herramientas para transmitirnos el desgastado y característico mensaje, que se muestra totalmente falto de pasión, rareza o cariño. Y así es como llego a dos factores paradójicos simultáneos, la frialdad y la vulgaridad. Burton nos vuelve a decir lo genial que es ser peculiar, pero lo hace con una película corriente y manufacturada, que no tiene nada insólito, sino fórmula común de la literatura fantástica adolescente. En la otra cara de la moneda está la frialdad. No hay emoción por lo que se cuenta, la película es fría y sólo en algunas ocasiones percibimos un destello de fascinante melancolía quejumbrosa y casi moribunda. Esto se refleja bastante bien en los personajes. No tienen el mínimo desarrollo y andan escasos de carisma, se definen por sus rarezas (cómicas y llamativas; nunca dramáticas, íntimas, ni humanas) y al ser numerosos, nunca tienen suficiente tiempo para gustarnos. La cosa empeora conforme pasan los minutos, puesto que los efectos digitales le ganan terreno a la historia. También cuadra que la dirección de Burton me gusta aún menos conforme avanza el filme. El director no consigue que me crea nada de lo que pasa y hay tantos momentos innecesarios que bien podrían haber reducido media hora el metraje para lo larga que se hace la película. No ayuda que el guión sea un cúmulo de chistes fáciles, situaciones aburridas de manual y resoluciones insípidas. La segunda hora directamente elimina el contenido y la narración, dejando los diseños de Burton como único elemento destacable. Aún así, la asfixiante extravagancia de su aparatoso CGI, no deja lugar para nada más y aumenta el tedio hasta llegar a un insoportable climax con momentos sonrojantes. El desenlace es tan típico como cabría esperar.

Tim Burton regresa con una película muy poco inspirada, corriente, de artificios vacíos y sin emoción. La inventiva, el espíritu, el corazón, la narrativa y el drama; parecen ser elementos secundarios escondidos bajo el CGI y un guión tan domesticado como insípido. Se ve sin problemas (salvo el tramo final) y se olvida en unos días. Sin duda Eva Green y su personaje son lo más reseñable de la película (obligatorio verla en VOSE). Y sí, se echa de menos a Danny Elfman.


Alejandro Arranz

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