jueves, 7 de enero de 2016

Crítica de “The Walk” (El desafío)

-Un remake innecesario que tropieza constantemente hasta llegar a un desenlace que es objetivo único de su realización. Cuando Phillipe pisa esa cuerda, comienza una escena magnífica.

-Zemeckis no sabe aunar lo humano y lo inhumano, siempre empeñado en impresionarnos pero sin prestar atención al drama ni a la relación entre los personajes. Es un logro técnico pero no una buena película.

Mucha gente opina que Robert Zemeckis no ha levantado el vuelo desde “Polar Express”, como siempre el que escribe estas líneas es de esos que llevan la contraria. Zemeckis ha cambiado ciertamente el rumbo de su cine. En el último siglo ha sido uno de los directores que más se han preocupado por fusionar buenas historias con los avances tecnológicos que permitan contarlas de maneras más creíbles, profundas y sorprendentes. “Beowulf” fue una película poderosa, con una gran capacidad de entretenimiento y la habilidad narrativa que siempre ha caracterizado al director de “Regreso al futuro”. Sin embargo su última película, “El vuelo”, es un mejor ejemplo de esa unión entre tecnología y humanidad. Zemeckis nos cuenta la historia de un hombre que ha tocado fondo, pero no se olvida de crear imágenes increíbles, como esa escena del aterrizaje que es absolutamente sobrecogedora. En esta ocasión el cineasta estadounidense nos quiere contar la historia de Phillipe Petit, el funambulista francés que caminó entre la torres gemelas. La historia ya la vimos en el fascinante y entretenidísimo documental “Man on Wire” (2008). Esto le daba dos oportunidades a Zemeckis, desarrollar más a fondo la relación entre los miembros del grupo y plantear el paseo final entre las torres de una manera realmente cinematográfica, acercarnos al momento presente en el que ocurrió, permitirnos presenciarlo en primera persona, colocarnos a nosotros en esa cuerda a más de 400 metros de altura.

Lamentablemente Zemeckis ha entregado un producto muy mediocre, hecho en su mayoría con el piloto automático y desprendido de cualquier tensión, obsesión, pasión, etc. En primer lugar Zemeckis y el co-guionista Christopher Browne se han olvidado por completo del componente humano, la parte más importante de cualquier historia y de esta en particular. Petit nunca le quita el protagonismo a las dos torres gemelas y es un error enorme. Gordon-Levitt interpreta a Petit con energía, ímpetu y cierta rebeldía pero no me lo acabo de creer, el resto del reparto tampoco me convence especialmente. La película es básicamente una repetición punto por punto de lo que se contaba en el documental, cambiando algunas cosas para intentar hacerlo más dinámico. El problema es el siguiente: “The Walk” no añade prácticamente nada nuevo más allá de una vacua relación paterno-filial, cambia cosas a peor y no es capaz de captar los matices más importantes de la historia, entre ellos las complejas relaciones existentes entre Petit y sus cómplices, las reflexiones sobre el arte o al propio personaje de Petit. Así pues, durante 110 minutos sólo veo tópicos, incoherencias, diálogos horribles y un insistente humor bufonesco que despoja al filme de cualquier tensión y saca al espectador de la película, la narración es torpe. Pero entonces llega esa escena final, esos 15 minutos donde realmente veo a Zemeckis en acción, donde la escala humana sigue desaparecida pero a cambio tenemos ese acontecimiento irrepetible, revivido para nuestros ojos, esos dos edificios que no lograrían sobrevivirle a Petit y él, en la cuerda floja, interpretando su obra maestra. Una escena estupenda que le da un motivo para existir a una película que hasta ese momento no aportaba nada a mayores. Para acabar Zemeckis revela (para los que no se hubieran dado cuenta antes) sus intenciones a la hora de realizar esta cinta, lo hace con un plano final abismal, espectral; esas dos torres que se desvanecen en nuestra mente.

No me quito de la cabeza lo buena que pudo haber sido esta película si sus dos primeros tercios hubieran arriesgado o prestado más atención a la historia y los pequeños detalles en lugar de correr hacia el tercio final a base de chistes lamentables y trucos de manual. “Man on Wire” ofrece mucho más que esta reformulación "Hollywoodiense" a todos los niveles. “The Walk” no tiene la poesía del filme de James Marsh, no tiene la inteligencia, ni el humor, ni la energía y desde luego no me cautiva como aquel. Creo que la escena de las torres es soberbia, que está estudiada minuciosamente y ejecutada con brillantez, pero 15 minutos magistrales no compensan casi dos horas de torpeza y caminos fáciles.


Alejandro Arranz

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