sábado, 5 de septiembre de 2015

Crítica de “Mientras seamos jóvenes”

-Una película fabulosa, absolutamente divertida, inteligente y reflexiva. No se la pierdan.

-Compleja en su sencillez y viceversa. Baumbach camina en la línea entre lo pretencioso y lo extraordinario, entre lo espontaneo y lo minuciosamente calculado. Los actores están fantásticos.

Para quienes lo desconozcan, Noah Baumbach es un director y guionista estadounidense famoso por sus comedias dramáticas independientes, las cuales se caracterizan por una sencilla espontaneidad que acaba tornándose en compleja relevancia y ciertos rasgos en común con el cine de Woody Allen. Su última obra fue “Frances Ha”, una delicia tan indie como ligeramente pretenciosa que sin embargo mostraba muchas de las virtudes del cineasta, como por ejemplo su habilidad para retratar las emociones de sus personajes. Ahora con 46 años cuenta lo que aparenta ser una historia sobre la crisis de los 40 pero que acaba siendo algo de mucha mayor importancia. Aunque el choque generacional y la convivencia -cuanto menos extraña- entre los diferentes estilos de vida se conforme como el tema principal, surgen incontables temas y capas que Baumbach afrontar a través de la comedia, su mayor aliada. El director recurre a su amigo Ben Stiller (con el que ya trabajó en el filme “Greenberg”) para protagonizar esta historia, y hay que decir que Stiller es un actor que ha madurado de forma sorprendente con los años. También encontramos a una maravillosa Naomi Watts y a secundarios de la talla de Adam Driver, Amanda Seyfried y un titán como Charles Grodin, que regresa para la ocasión con un estupendo papel.

El nuevo trabajo del cineasta estadounidense empieza pronto en esa mencionada línea entre lo pretencioso y lo espléndido, con una cita de Henrik Ibsen en “El maestro constructor”. Y desde luego el filme de Baumbach enfrenta numerosos temas que marcaron la obra del dramaturgo noruego. “Mientras seamos jóvenes” es una reformulación de la comedia neoyorquina con incluso algunos elementos de una comedia romántica y que auna el cine intelectual con la libertad y espontaneidad de Godard o Rohmer (nombre escogido para el hijo de Baumbach) y su Nouvelle vague. Sin embargo también recuerda en ciertos aspectos a esa frase de Dziga Vértov, “la vida al imprevisto” y de hecho en varias ocasiones del filme se habla -sin hacer referencia directa- sobre el Cine-Ojo y su búsqueda de la objetividad total, algo que resulta imposible. Así pues Baumbach ha creado una especia de documental ficcionado que capta -aparte de ese choque generacional- una cantidad ingente de temas universales. El inevitable paso del tiempo y la aceptación de este, las diferencias entre los valores de antaño y los actuales, los cambios que se producen en las relaciones con ese paso de los años, tanto las amorosas donde se acaba ese fuego germinal en relevo de la cotidianidad y la madurez, como las amistades con hijos cuyas prioridades cambian y ellos hacen lo propio hasta que no quedan ni aficiones en común. También está la paternidad, los impedimentos a la hora de llevarla a cabo, la indecisión en la vida personal y profesional, etc. Es interesante como el guión retrata los dos estilos de vida elegidos para la pareja protagonista y la pareja joven, mientras los adultos viven totalmente apegados a las nuevas tecnologías, los jóvenes encuentran fascinante lo “vintage”, escuchando vinilos, viendo VHS en televisores de rayos catódicos, fabricando sus propios muebles y yendo en bicicleta o patines a todas partes. Y la pareja joven absorbe a los protagonistas, estos cambian sus hábitos, su forma de vestir y todo lo necesario para sentirse de nuevo como hace 20 años pensando que la vida de sus nuevos amigos es mejor y más apasionada cuando en realidad sufre de los mismos problemas que todo el mundo. Que raro que los adultos ansíen tanto vivir el momento y los jóvenes volver atrás, Baumbach se sirve de todo esto para hablarnos del caótico mundo actual, del irónico cambio de papeles, de las falsas apariencias, etc. Pero uno de los temas más relevantes de la propuesta es el arte, la forma en la que ha evolucionado con los años y desde luego el modo en que lo consumimos. La cultura y el arte cambian también, lo que apreciamos de ellos e incluso la forma en que los miramos, lo que antes era malo ahora es una obra de arte, y cosas que antes se sentían necesarias como la autenticidad, cada día importan menos.

Puede que la nueva película del director de “Una historia de Brooklyn” tenga irregularidades y que se le puedan adjuntar algunos adjetivos no muy favorables, sin embargo es una de las comedias más divertidas, agudas y complejas de la temporada. Stiller reafirma su capacidad interpretativa con un trabajo sobresaliente y Watts hace lo propio. Si hay un director destinado a suplir la aparente perdida del mejor Woody Allen, uno de los candidatos con más posibilidades es Noah Baumbach, capaz de que una simple comedia dramática aporte decenas de relecturas y reflexiones fascinantes sobre temas universales de gran importancia, sin por ello hacer una película aburrida. “While we're young” es increíblemente divertida y también interesante, se convierte al instante en uno de los mejores trabajos del cineasta.


Alejandro Arranz

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