jueves, 5 de marzo de 2015

Crítica de “Ex Machina”

-Inquietante e ingeniosa a partes iguales; Garland le da un excelente giro a un tema recurrente con un tratamiento diferente y algunos matices totalmente bienvenidos.

-Visualmente espléndida, conceptualmente sorprendente e interpretativamente sobresaliente. Un nuevo triunfo del género.

El novelista y guionista británico Alex Garland (Dredd, Sunshine) debuta en la dirección con este thriller psicológico de ciencia ficción sobre el cada vez más frecuente tema de la inteligencia artificial. Más concretamente lo que se nos ofrece en “Ex Machina” es visionar en primera fila la realización de un “Test de Turing”. Para los que lo desconozcan, el test de Turing es una prueba ideada por Alan Turing para demostrar la inteligencia de una maquina. En principio tendríamos por un lado a un juez en una habitación y por otro a un humano junto a un robot en otra, teniendo de este modo el juez que adivinar cual de los dos es la maquina y cual el humano, a través de una serie de preguntas en las que bien podrían mentir o equivocarse. No obstante el filme de Garland cambia varios aspectos de la prueba y aplica algunas fórmulas innovadoras para tratar los temas que tanta polémica e interés han provocado con el paso del tiempo y la evolución de la tecnología (la lucha entre el hombre y la máquina, la singularidad tecnológica e incluso la guerra de sexos). El guión de la cinta corre a cargo del propio Garland, que siguiendo la fórmula de la Sci-fi minimalista (Coherence, Moon) contrata a un pequeño pero potente reparto formado en este caso por: Domhnall Gleeson, Alicia Vikander, Oscar Isaac y Sonoya Mizuno.

Nadie puede negar que la premisa de la cinta -si bien intrigante- puede resultar y resulta algo trillada, debido en parte a algunos de los temas principales. Pero que los árboles no os impidan ver el bosque, porque lo que Alex Garland plantea aquí es más complejo y mucho menos rutinario de lo que cualquiera pueda esperar. Un asfixiante y turbador thriller de ciencia ficción que se revela también como una especie de drama sobre las emociones y los secretos de tres personajes, interpretados con maestría por tres actores a cada cual mejor. Al empezar, la película va directa al grano para comenzar a tratar los temas importantes, pronto se nos presenta la cuestión principal y ese mencionado triángulo de personajes que nos acompañará en las casi dos horas que dura el filme. Primero el programador multimillonario que “conocemos” a través del espectacular trabajo de Oscar Isaac, después Caleb, el supuesto protagonista de esta historia interpretado muy satisfactoriamente por Domhnall Gleeson, y por último AVA, la robot a la que “da vida” la sueca Alicia Vikander, una de las mayores sorpresas de la temporada, que tan pronto puede resultar conmovedora como aterradora. El trabajo de dirección es sorprendentemente firme para tratarse de una ópera prima. La puesta en escena es brillante y repleta de detalles fascinantes, el diseño arquitectónico de los escenarios es meritorio y mención aparte merecen esos claustrofóbicos espacios reducidos y casi sin luz en los que transcurre la mayor parte del metraje; tampoco hay que hacer de menos las escenas en el exterior, igual de bien filmadas. Cabe mencionar también la notable labor de Geoff Barrow y Ben Salisbury en la banda sonora.

Otras películas recientes que hablan de la inteligencia artificial (así como sus peligros y beneficios para el ser humano), como pueden ser “Trascendence” o “Autómata”, se veían lastradas por los mismos problemas, principalmente por una irónica falta de inteligencia propia, consecuencia de unos guiones tirando a horribles. No es el caso de “Ex Machina”, algo parecido a una reinvención moderna del Frankenstein de Mary Shelley que lleva al espectador a la reflexión continuada de aspectos trascendentes y a menudo escalofriantes, aunque también juegue con multitud de resonancias artísticas y algo de sátira tecnológica alarmantemente sutil. Estamos ante un filme de ideas, de diálogos continuos y poca acción (que no por ello poca tensión o intensidad), rasgos habituales de la ciencia ficción de bajo presupuesto. Una cinta casi teatral que nos es difícil imaginar dentro de unos años como filme de culto. No es chocante darse cuenta de que el guión del director tiene varios problemas, pero es infinitamente mejor que el resto de trabajos de Garland y también que la mayoría de películas actuales del género, equilibrando temas futuristas relacionados con la tecnología (el transhumanismo, la ginoide) con temas universales entre los que se encuentran las emociones humanas, la eterna lucha de sexos o la dominación. De este modo el trabajo de Garland como guionista (y en general la película) me parece soberbio y estimulante hasta el tramo final, donde la trama flojea por culpa de torpezas y algunos giros ciertamente ingenuos que sin embargo no desmerecen una conclusión acerada, inteligente y bastante alarmante.

Elegante, astuto, denso, claustrofóbico, reflexivo...una larga lista de adjetivos que sirven para calificar este primer trabajo de Alex Garland como director. Trata temas recurrentes con algo de innovación y mucho de habilidad; a través de un guión muy solvente, un apartado visual fantástico y un reparto magnífico. El género comienza el año con una apuesta muy digna no apta para todos los gustos, pero que encantará a los que le den una oportunidad. A poco que les guste el tema, si la tienen en cartelera no deberían perdérsela.


Alejandro Arranz

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