sábado, 28 de febrero de 2015

Crítica de “Kingsman”

-Matthew Vaughn ha vuelto más alocado y genial que nunca. Este homenaje al género es uno de los filmes más divertidos que os llevaréis a la boca en todo el año.

-Un cóctel perfecto de acción ultraviolenta y mega-estilizada, comedia censurable, parodia del género y un sutil toque de crítica social.

No hay duda de que a Matthew Vaughn le encantan desde siempre las películas de espías, tal vez no le guste donde ha llegado Bond pero desde luego le gustan los clásicos. Como productor no sólo se encargó de las películas de Guy Ritchie, sino que también produjo la última aventura de Michael Caine como el agente británico Harry Brown. Un detalle curioso al que si le añadimos entrevistas con el director, la evidente influencia de los filmes de 007 en películas suyas como “X-Men: First Class” y que también ha escrito los guiones de cintas de espías como “La deuda”, no queda lugar para la duda. Y claro, la oportunidad de adaptar un comic de Mark Millar sobre espías británicos, no la iba a dejar pasar. El director, como es costumbre, escribe el guión junto a su habitual colaboradora, Jane Goldman. No obstante una de las mayores virtudes del filme, es su fantástico reparto, protagonizado por Colin Firth y Taron Egerton; amparados además por un plantel de secundarios de auténtico lujo, entre los que se encuentran: Samuel L. Jackson, Mark Strong, Michael Caine, Sofia Boutella, Jack Davenport y Mark Hamill; este último hace un cameo -seguramente- muy agradecido por los fans del cómic, pues ya salía en él.

Vaughn ha regresado, le ha dado una vuelta de tuerca al género para lograr algo que no había conseguido nadie (y no por falta de intentos), crear un buen sustituto joven de James Bond. “Kingman” es a la vez un homenaje a los clásicos de espías y una parodia de los tópicos que rodean al género, pero no exenta -irónicamente- de los problemas que sufre el propio género. Uno de los mayores logros del director británico es haber creado una película adulta pero no por ello oscura, ha logrado un equilibrio perfecto entre géneros y tonos que pocos autores modernos pueden alcanzar. Del mismo modo ha reciclado el blockbuster típico para darle una calidad muy superior a lo que nos tienen acostumbrados. Poca gente prestará atención al mensaje de este filme, que dice que lo que importa lo llevamos por dentro y no viene de acentos, nacionalidades, ni clases sociales; no obstante la razón de no prestar atención al interior de la película es que su exterior es tan demencialmente brillante y entretenido que será imposible no quedar hipnotizado por lo que sucede en la pantalla. Esta es la definición absoluta del mejor cine pop, del cual Vaughn se ha convertido en uno de los mejores exponentes de los últimos años. En esta ocasión la fusión es armónica, el ingenio y la mala leche del mejor humor británico, sumado a la elegancia del tratamiento y como no a unas escenas de acción que son difíciles de creer, todo ello a ritmo torrencial y bajo el manto de una dirección estupenda. Es una película para esa gente que creció hechizado por la edad de oro del cine de espías de los años 60 y 70, si no eres de los nuestros, no la disfrutarás con la misma fascinación.

El guión de Goldman y Vaughn convierte incluso sus puntos débiles en virtudes. Está claro que en la película encontramos todos los tópicos habidos y por haber del cine de acción y del género del espionaje, pero los guionistas los replican en forma de parodia convirtiéndolos de este modo en fortalecimientos del filme. Además del humor inglés, encontramos también apuntes satíricos muy agradecidos y algo de crítica social, presentado en la mayoría de ocasiones de forma bastante sutil. Otro elemento que agradecer es la inmensa cantidad de guiños al cine que podemos encontrar, nos garantiza nuevos descubrimientos para el segundo visionado. Sin embargo, el filme no se libra de problemas dentro y fuera del guión. Los personajes no son unidimensionales pero resultan bastante arquetípicos (seguramente a propósito), los villanos siguiendo la estela de la saga Bond tienen todo tipo de elementos diferenciadores, y aunque el trabajo de Jackson es muy divertido, no se puede pasar por alto una desbordante falta de motivaciones que muevan al personaje. Otros problemas no del todo relacionados con el guión son los altibajos con los que en ocasiones se topa el filme, entiendo que mantener el nivel durante más de dos horas es complicado y no hay muchos momentos irregulares, pero los pocos que hay, están ahí. A parte de esto decir que no es una película para todo el mundo, es completamente absurda, bastante trivial y tan violenta que es difícil de decir; algunos la tacharán de censurable y otros de mero caramelo visual sin nada que decir; ni que decir tiene que no comparto opinión con ninguno de esos grupos de personas.

“Kingsman” es el triunfo del estilo. No es la hija menor de James Bond sino que llega a desmarcarse y alcanzar un lugar propio. Es un producto diferente y fresco, entre lo clásico y lo underground, con la firma Vaughn, salpicada de apabullantes escenas de acción, diálogos ingeniosos, mala baba y buena música; el cóctel de géneros es excelente y el homenaje-parodia al género se completa de manera ejemplar. Estamos ante una de las películas más brutalmente entretenidas, violentas y con más personalidad de la temporada -sino del año-. Nos da la oportunidad de ver a Colin Firth como 007 (fabuloso por qué no decirlo), de descubrir al prometedor Taron Egerton y de recordar como era la vieja escuela. Es absolutamente superficial e inclasificable, pero también genial.


Alejandro Arranz

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